Los Jardines Colgantes de Babilonia han quedado inmortalizados en el tiempo gracias a un regalo que el rey de Caldea, Nabucodonosor II, ofreció a su esposa, Amytis, para demostrar su amor.
Así nació este proyecto hace 600 a.C., los exhuberantes jardines contruidos sobre un área de 19 600 metros cuadrados bajo la dirección de los más destacados arquitectos de Babilonia.
Cuentan que esta edificación contaba con un conjunto de terrazas de piedra abovedadas sostenidas sobre pilares cúbicos en donde se podían plantar árboles de gran tamaño. Por otra parte, estas terrazas estaban alimentadas por varios arroyuelos que obtenían agua de un depósito ubicado en la terraza más alta. De acuerdo a los relatos, al mirar la obra desde abajo las terrazas parecían suspendidas en el tiempo.
Otras versiones señalan que probablemente los jardines no colgaban en sentido literal y que la confusión se debe a una traducción errónea de la palabra griega “kremastos “o del término “pensilis”, que significa “sobresalir” por lo que esta palabra podría relacionarse a las terrazas o a los balcones.
Muy aparte de las leyendas, las excavaciones arqueológicas realzadas en Irak, donde se hallaba la antigua ciudad de Babilonia, demostraron que, sin lugar a dudas, allí hubo un palacio. Además, se encontraron restos de la construcción abovedada y un canal de irrigación.
Sea realidad o fantasía, tan solo la idea de un gran jardín en medio del desierto es muy interesante
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